El debate sobre la prohibición de los sorbetes y vasos plásticos comenzó en Pinamar. Para procurar una correcta disposición de los residuos solidos urbanos y de los desechos en las playas, una medida de esta índole debería estar acompañada de una política de educación: capacitaciones para turistas, escuelas y recuperadores urbanos para fomentar el reciclado.
Hace 24 meses la Ciudad Autónoma de Buenos Aires prohibió las bolsas plásticas en supermercados, hipermercados y autoservicios. Este año el CEAMSE publicó que, durante el 2017, con esta prohibición vigente y la eliminación de bolsas negras y verdes, recibió 0.6% más basura generada por la CABA en comparación al año anterior, después de 6 años de reducciones en pos de incentivar el reciclado.
El municipio de Pinamar ya prohibió los sorbetes plásticos y plásticos de un solo uso, tales como vasos y similares, a partir del 1 de diciembre. Para evitar resultados desfavorables para el medio ambiente, como ocurrió en la CABA, Ecoplas, CAIP y fabricantes de artículos plásticos de un solo uso se reunieron con el Concejo Deliberante para consensuar un plan de trabajo para educar y fomentar el reciclado y la separación de los residuos. Se mantuvo un dialogo e intercambio de opiniones recíproco y muy enriquecedor que arrojó resultados positivos en el contenido de la Ordenanza.
“Los sorbetes y vasos plásticos son inocuos y su materia prima, pigmentos y tintas, están aprobados por el Código Alimentario Argentino. Están certificados por organismos oficiales dependientes del Ministerio de Salud de la Nación para estar en contacto con alimentos. Estos tipos de elementos plásticos resultan importantes para preservar la salud de las personas”, explica Mario Tonelli, Director Ejecutivo de Ecoplas.
Cabe destacar, que no se pueden ingerir bebidas directamente de una lata de aluminio por el riesgo sanitario que conlleva. Además, son necesarios para la alimentación de los bebés e imprescindibles para personas que se ven afectadas por alguna condición que perjudica el proceso de deglución.
Los sorbetes de polipropileno y vasos plásticos de poliestireno son 100 % reciclables obteniéndose productos finales tales como perchas, artículos de librería (reglas, etc.), marcos de fotos, cornisas, baldes, macetas, caños, decks de madera plástica, entre otros.
En simultáneo a los efectos de hábitos sociales y mayor concientización del reciclado que prevé esta prohibición, la industria plástica también se verá afectada rotundamente. Sergio Hilbrecht, Gerente General de la Cámara Argentina de la Industria Plástica, indica: “Con la prohibición de sorbetes y vasos plásticos en Pinamar 30 empresas y 3000 empleos indirectos se verán afectadas, y estimamos que 600 personas pueden perder su puesto de trabajo. Esto también se traduce en un impacto económico aproximado de 600 millones de pesos por año”.
Sin embargo, una de las soluciones que se plantea es la implementación de un “sorbete” de papel plastificado. Sustituir un material por otro, sin comprender que como ciudadanos tenemos la responsabilidad de reciclar y de separar los residuos, no resolverá el problema de origen: tirar basura donde no corresponde. Esta medida puede incluso agravarlo, ya que los consumidores probablemente pensarán que el otro material no conllevará un impacto medioambiental. Ya existen empresas internacionales de envergadura que están comenzando a aplicar esta medida, reemplazando las actuales pajitas por un producto multi-material: esto es el inicio de otro problema, ya que únicamente los mono materiales pueden reciclarse.
“Desde que se prohibieron las bolsas plásticas, los recuperadores urbanos tuvieron que volver a abrir las bolsas negras y separar los residuos orgánicos de los reciclables. Esto es debido a una deficiente gestión del gobierno. Con la prohibición de los sorbetes, vasos y similares plásticos, estaríamos cometiendo el mismo error, a menos que acompañemos la prohibición con una estrategia integral de educación ciudadana y reciclado. Es más fácil prohibir que educar, sumado a los efectos directos que sufrirá la industria plástica fundamentalmente PYME”, explica Verónica Ramos, Gerenta de Asuntos Públicos y Comunicaciones de Ecoplas.
Además, agrega: “Estamos de acuerdo con una regulación hacia un consumo responsable y reciclado. Además de educar, el municipio de Pinamar debería cerrar sus basurales a cielo abierto que operan desde hace 40 años, siendo ésta la mayor contaminación que tienen”.
Mientras los gobiernos no fomenten un mejor y mayor reciclado y la efectiva separación de residuos en el hogar, como ocurre en otros tantos países, seguiremos atrasados en materia de cuidado del medio ambiente y de desarrollo sustentable. En Argentina se reciclan 225.000 toneladas de plástico por año, con una capacidad ociosa del 50% por la baja separación de los residuos.
Como sociedad debemos propiciar espacios de educación que concienticen sobre la dimensión de esta problemática, para afrontarla de manera integral con el apoyo del gobierno y las empresas: charlas en escuelas, espacios de reciclado, más campanas verdes, más separación de residuos en los hogares, y hasta la implementación de una ley de envases.