Marcela Anet se encuentra a cargo de las relaciones institucionales de la ONG FONBEC, una iniciativa que premia a los estudiantes de bajos recursos para evitar el abandono escolar y, al mismo tiempo, les otorga herramientas para afrontar nuevos desafíos que seguramente moldearán su futuro.
¿Qué es FONBEC?
FONBEC es una fundación que nació hace veinte años por una iniciativa del ingeniero Facundo Garayoa en Córdoba, quien dando catequesis en barrios marginales se encuentra con una chica en secundaria que necesita dejar de estudiar porque necesita trabajar. Él busca la manera de que siga estudiando y le pide ayuda a un amigo. Así empezó la relación. A los tres meses le dice buscame otro chico que necesite. Ese fue el inicio. A partir de ahí comenzó a crecer, hoy son 1600 becados en todo el país con 15 filiales distribuidas y una en Bolivia.
¿Cómo se sustentan económicamente?
Los chicos son apadrinados por particulares o por empresas con una cuota mensual que ronda los $1500. Esto les llega directamente a ellos en su caja de ahorro, a la familia/tutores en caso de que sean menores. Tenemos becados a nivel primario, secundario y universitario.
¿Qué es el proyecto Escalar?
Es un proyecto de pasantías con la garantía de FONBEC. Son chicos que tienen el mayor valor que son el esfuerzo y la dedicación. Esta iniciativa empezó en Rosario. Por ejemplo, hay una empresa que se dedica a fabricar zapatos de trabajo en Córdoba. Allí tenemos a Daniela que se encuentra en la parte administrativa y ya va por la segunda renovación. Estos chicos son seleccionados por mediadores que son personas que nosotros buscamos en los barrios. Claramente, los chicos tienen que tener buenas calificaciones, una buena conducta, se evalúa su situación de vulnerabilidad y a veces la situación familiar. Una vez que está la selección, quedan en la lista de espera hasta que aparezcan padrinos. Ellos presentan una carta a sus padrinos cada dos meses, junto con sus calificaciones.
¿Llegan a conocer a sus padrinos?
Sí. Nosotros tratamos de vincular a las personas no solo en lo económico, sino vincularlos también desde lo social. Creemos que está bueno que conozcan otras personas, realidades donde también hay esfuerzo y constancia. Esos valores se los enseñamos por medio de los padrinos y de la fundación. Los chicos se van formando no sólo profesionalmente sino con los valores que inculcamos nosotros: esfuerzo, constancia, generosidad, agradecimiento y la solidaridad. La mayoría de nuestros graduados cuando obtienen su primer sueldo nos piden apadrinar a alguno de los otros chicos. Es como una cadena. Ahí es donde nosotros vemos que vale la pena porque pueden cambiar su situación y la de sus familias. Vemos que mucho de los que están en el nivel universitario son la primera generación en hacerlo dentro de su familia.
¿Cómo es el apoyo que brindan una vez que están dentro de la universidad?
Tenemos un sistema de tutoría, porque a los chicos universitarios, especialmente, los tenemos que ayudar y acompañar, ser de guía. En Buenos Aires tenemos 150 becarios, y es un desafío seguir creciendo en esa provincia. Una de las grandes zonas es Barracas, también tenemos en Benavidez, Villa La Ñata y Marabo (un barrio cerca de Luján). Las filiales que más tenemos con Mendoza, Córdoba y Rosario. Estamos creciendo, con motivo de los 20 años que cumplimos la cámara de diputados nos ha reconocido como Fundación de interés legislativo educativo nacional y eso para nosotros es un orgullo porque para nosotros es un trabajo arduo por un lado pero muy gratificante.
¿Cómo es tu reacción cuando los ves graduarse?
Es emoción y gratitud por el otro porque ese otro me llena el corazón con solamente decir “yo pude”. Cuando uno a veces les insiste, los acompaña y hasta les exige con algún examen, uno ahí ve sus situaciones en sus casas y van a la facultad y la verdad es que cuando están ahí con su título emociona con el corazón como si fuera uno el que está ahí. Yo soy voluntaria y la verdad no hay sueldo que me pague eso. Que una becaria me mande un mensaje y que me invite a su ceremonia de graduación, eso llena el corazón. Encontrar que hay futuro para ellos con la educación, me llena el alma.