La empresa cordobesa Grupo RFG ganó la licitación para fabricar 100.000 durmientes sintéticos, que comenzarán a instalarse este año. El proyecto está en su etapa final y proveerá la fabricación total acordada durante los próximos tres años.
La pyme familiar nació en 2013 con la consigna de la sustentabilidad, enfocada en lograr un cambio de paradigma: fabricar desde la reutilización. Actualmente es un equipo de 25 personas que trabaja en torno a la idea de lograr un impulso económico, social y ambiental en la región, incorporando un producto resistente compatible con las necesidades de un tren de carga y con aprobación del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI).
La planta, ubicada en Monte Cristo, localidad en las afueras de la Ciudad de Córdoba, es la primera fábrica argentina de durmientes plásticos. Además, es la segunda empresa en Sudamérica, después de Brasil, en producirlos.
Los hermanos Giuliano y Franco Frola son socios en este modelo de producción en línea con una economía circular que avanza en el país. Ellos explican que los durmientes que tradicionalmente se construían con madera dura de quebracho colorado, hoy se busca el reemplazo de la materia prima, porque esos árboles son una especie actualmente protegida que tarda hasta 80 años en poder regenerarse una vez talados.
Entre más de 20 empresas participantes, la cordobesa fue la ganadora del proceso de licitación nacional abierta por Trenes Argentinos, que destinará 1.000 millones de pesos para fabricar 100.000 durmientes sintéticos que serán destinados a reemplazar a los de madera y así poder acondicionar los 20.000 km de vías férreas existentes en el país. Para lograrlo se utilizarán unas 12.200 toneladas de plástico de difícil reciclado, generando nuevos productos y fuentes de trabajo.
De este modo, se apunta al reemplazo gradual de los durmientes que necesitan ser retirados para instalar los de material sintético. Pese a que este material es un 15% más costoso, el cambio de madera por plástico representa varias ventajas, siendo la principal: el enorme beneficio ambiental.
Los durmientes sintéticos tienen una duración estimada de 50 años con opción de ser reutilizados y sin posibilidad de astillarse o pudrirse, frente a los de madera que se mantienen en condiciones hasta un máximo de 15 años antes de empezar a descomponerse. Por lo cual, la cantidad de toneladas de plástico que se utilizarán, y no terminaran enterradas o flotando en los mares, equivale a unos 27.000 árboles no talados.