Un escucha de la realidad

Sus rastas lo identifican del resto, a primera vista, pero son sus acciones las que transforman y dejan huella. Desde hace seis años, Manuel Lozano dirige la Fundación Sí, con una estructura de más de 2000 voluntarios y sedes en todo el país.

Estuviste diez años como voluntario en Red Solidaria, donde empezaste atendiendo el teléfono. ¿En qué momento decidiste crear y dirigir tu propia organización social?

La verdad que no la tomo como propia. Es de un grupo muy grande de personas que la conformamos. Me parece que fue parte de un proceso y, fundamentalmente, de poner en práctica lo que yo creo que es una de las mayores cosas que aprendí en la Red: a escuchar la realidad. Sentía que teníamos que instalarnos a trabajar con ciertas problemáticas en profundidad. Ese fue el origen de la fundación: poder armar una estructura de voluntarios constantes para llevar adelante proyectos a largo plazo. Éramos doce los que el primer día nos juntamos. Veníamos de diferentes organizaciones.

¿Cuáles son los ejes de trabajo?

El primero es el trabajo en calle, con las recorridas [nocturnas] que hacemos todos los días y donde se lleva adelante un abordaje integral, con un montón de áreas (adicción, inclusión laboral, jubilación, inclusión escolar, salud, psicología, asistencia social). Después está el área de catástrofes naturales, la de educación (donde se encuentra el proyecto de las residencias universitarias y el de instrumentos musicales). Como última parte, el desarrollo comunitario en las villas.

¿Cómo es el financiamiento?

Íntegramente privado. De un montón de particulares que nos donan desde $100 por mes con la tarjeta y empresas que colaboran, cada una con un proyecto diferente. No recibimos fondos del Estado, porque lo queremos mantener independiente de toda cuestión política. Nos permite que los proyectos no dependan de quién esté ocupando un cargo en ese momento y, a la vez, nos da una libertad absoluta para poder hablar de lo que vemos y de lo que hacemos.

Ofrecen jornadas de voluntariado corporativo. ¿Cómo surgieron y cómo funcionan?

Surgen por una demanda de las empresas de querer involucrar a sus empleados, y hoy para nosotros es una de las grandes fuentes de financiamiento. Por ejemplo, Falabella, Arredo, Banco Macro, Banco Santander, Banco Hipotecario, son algunas de las que lo hacen. Generalmente, nos contactan por voluntariados cortos. Entonces, llevamos adelante jornadas que organizamos de acuerdo con el tiempo que quieran destinarles. Cada empresa elige en qué proyecto trabajar. Puede ser de un día, a veces de más. Funciona un poco como despertador. El desafío es que después continúen. De hecho, ha surgido gente que viene con la empresa y sigue comprometida con la fundación.

Proporcionan reportes de sustentabilidad. ¿Les importa la transparencia?

Sí, fundamentalmente porque somos intermediarios. Nos donan el dinero a nosotros porque confían en que va a llegar a quien lo necesita. Después los reportes van variando de acuerdo con cada empresa y el proyecto en el que invierte. Aparte hay un reporte a fin de año.

¿Qué opinás de la responsabilidad social empresaria? 

En la que es verdadera creo, pero estamos en pañales en la Argentina. Falta un crecimiento profundo. Tenemos que estudiar mucho en qué invertimos (a largo plazo, en cosas que transformen) y dejar el marketing de lado. Es un desafío de cada empresa evaluar que la inversión tenga un impacto en la realidad, porque hace falta, porque somos parte de este país. Por consecuencia va a venir el impacto comunicacional.

¿Qué balance hacés de estos seis años de trabajo?

Todo positivo. Es una organización joven. Llegamos a todo el país, ya son ocho residencias y estamos abriendo dos más. Eso va a implicar 300 jóvenes que viven a cargo nuestro. Llegamos a más de 1700 personas en las recorridas en calle. Con los comedores, son más de 35 mil personas a las que estamos llegando. Obviamente el desafío sería que no hiciera falta. Pero, en este contexto, celebro que podamos seguir haciéndolo y que la gente confíe en nosotros, que se acerque.

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