Jorge Canay, fundador y Gerente General de Editorial Vértice, explica la transformación del mercado editorial frente al avance del mundo digital y cómo su empresa se fue adaptando a esos cambios en materia de RSE.
Editorial Vértice nació el 25 de mayo de 1987, fruto de una casualidad. En ese entonces, Jorge Canay estaba en la industria del video y hacía una revista dirigida a los videoclubes, que eran un pequeño furor en la Argentina. Fue así como surgió Vértice, con su empuje y el de dos socios más. A medida que fue pasando el tiempo, los avances tecnológicos cambiaron los formatos del negocio editorial. Canay viajaba dos veces al año a España para interiorizarse sobre el negocio de los videoclubes y allí aprendió sobre la venta directa. Los kioscos comenzaron a vender videos y Editorial Vértice fue la primera que envió VHS a puestos de diarios y revistas. En una segunda etapa, la editorial compró los derechos de videos infantiles y las licencias de los libros para pintar.
¿Cómo era en un principio el negocio de las ventas?
En un momento, el negocio del videoclub tuvo más de 10 mil locales; por eso nosotros íbamos a todos y les vendíamos publicidad. Con el tiempo, empezó a haber cada vez menos y nuestro negocio comenzó a achicarse. Entonces, se nos ocurrió pensar en lo que se conocía como “venta directa”. Lanzamos títulos al kiosco y nos dimos cuenta de que el negocio infantil era el que mejor funcionaba. Acto seguido, compramos los derechos de videos infantiles como Dragon Ball Z, Power Rangers, Pokémon y Teletubbies, entre otros, para vender a los kioscos. Además, a la misma empresa a la que le comprábamos la licencia de publicación de video también le podíamos comprar la licencia de libros para pintar o de actividades. Si bien el negocio iba creciendo y el video funcionaba muy bien, con el paso del VHS al DVD, un formato nuevo, empezó a aparecer más gente que hacía venta directa. Los supermercados también vendían videos y la competencia era mucho más grande. Los kioscos ya empezaban a decaer y con el negocio del DVD la piratería fue tremenda; era más fácil comprarse una película con un mantero en la calle que en un videoclub, un kiosco o un supermercado. Entonces, surgió una nueva alternativa: comprar más licencias de publicaciones. Para nosotros, este fue un hecho muy importante, ya que recibimos el apoyo de Disney para comprar la licencia regional en países como Perú, Uruguay y Chile. Compramos todo lo que tenía que ver con libros de Disney y actividades para pintar.
¿Cuántas personas trabajan en la editorial?
Hoy somos 18. Cuando empezamos éramos solo tres socios, pero luego de diferentes cambios que se dieron en la compañía, yo fui asumiendo el control total.
¿Cuáles fueron los cambios que se hicieron en materia de RSE, comunicación y sustentabilidad en la editorial?
Muchas veces siento que no hago nada; claramente eso no estaba en mi agenda hace 30 años. En la medida en que fue pasando el tiempo, observé el crecimiento de la responsabilidad social en otras compañías, algunas cercanas por amistad y otras solo por ser grandes empresas. Yo quería que mis empleados estuvieran mejor, que contaran con mayor flexibilidad de horarios, la oportunidad de festejar su cumpleaños y de trabajar medio día para celebrar el esfuerzo de los doce meses transcurridos. El año pasado, por ejemplo, fuimos a Carmelo (Uruguay) con todo el equipo. Allí no se habló de trabajo, no se hizo ninguna presentación de producto ni se bajaron líneas de nada. La idea era divertirse. Por otra parte, el personal sabe que si tiene algún problema económico puede contar con la editorial para recurrir a un préstamo. Desde el punto de vista de la empresa, entendí que la gente necesitaba algo más, una motivación distinta, algo que antes en mi agenda no estaba. Luego de 30 años de manejar esta compañía, aprendí que es necesario capacitar al equipo de forma continua y ser responsable de las familias que trabajan acá. También cambió el perfil de los empleados: cuando tenía 25 años, mi perfil era distinto, hoy la relación es bilateral con las personas que voy a entrevistar para agregar a la compañía.
¿Poseen un área determinada de RSE o esta es parte de otros departamentos?
Es parte de otros departamentos. La compañía no tiene una división entre Recursos Humanos y RSE, sino que ambas áreas son manejadas por la Gerente Administrativa y por mí. Lo que buscamos es que la gente esté bien. La RSE es un tema difícil para todos, con eso siento una gran deuda social. No me siento sólido para decir que lo que nosotros hacemos es distinto a lo que hacen todos los demás, al contrario, creo que necesitamos hacer mucho más. Lamentablemente, el día tras día te tapa, y muchas veces salgo convencido de hacer cosas que ni siquiera cuestan esfuerzo y dinero, pero nunca me guardo un tiempo para realizarlas. De todos modos, hay algo que llevamos a cabo con bastante seguimiento y que tiene que ver con las donaciones a todas aquellas instituciones que más lo necesitan. Pueden ser hospitales, colegios o clínicas que generan contenido o creatividad para los chicos, y por eso sabemos que utilizan esos libros que les donamos. Estos lugares suelen trabajar con chicos que viven en la calle o que solo se acercan a ellos por un plato de comida o para educarse. Y, sinceramente, nos cuesta muy poco donar libros.
¿Cómo se extienden las políticas de RSE de la empresa a su cadena de valor?
Creo que es una de las falencias que tenemos, pero lo estamos modificando de a poco. Por ejemplo, en este momento nos encontramos cambiando todas las luces por lámparas led para ayudar al medio ambiente, porque consideramos que es necesario hacer ese tipo de inversión para consumir menos electricidad. Dado que utilizamos mucho papel, también tenemos una línea de la editorial que no se tira. Es decir que cuando tenemos que hacer trabajos o imprimir cosas que solo utilizamos acá, volvemos a usar las hojas del lado que no está impreso. Esto no es un tema económico, porque con una resma de papel no cambia el número de la compañía; es una forma de transmitirle a la gente que todos podemos ayudar a cambiar la situación en la que vivimos. A veces me doy cuenta de que no hago lo mismo con la basura, aunque podría. Estamos en una deuda enorme con ese tema y es un desafío que tengo que asumir. Es decir, dividir la basura, comprar un tacho más y colocar los residuos reciclables por un lado y los no reciclables por el otro*.
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