Marcelo Aiello, Gerente General de CESVI, habla de la actualidad de una organización que, con tres décadas de experiencia, es un jugador clave en la baja de la siniestralidad vial en el país a través de estudios técnicos, investigación de causas y numerosas capacitaciones.

Hace treinta años, aunque todavía faltaban un par de meses para su inauguración oficial, CESVI Argentina ya existía. El proyecto comenzó a tomar forma a principios de septiembre de 1995, y en Pilar, provincia de Buenos Aires, inició la construcción del Centro de Experimentación y Seguridad Vial donde opera la organización, impulsada por las compañías de seguros líderes del país.
Marcelo Aiello, hoy Gerente General de CESVI, fue parte de aquella primera etapa. Su carrera comenzó en la ingeniería mecánica orientada a lo naval, ya que los barcos lo apasionaban. Sin embargo, el desarrollo de su carrera lo llevó al rubro automotor.
Durante años, trabajó en Sevel y fue en aquella fábrica donde obtuvo una base firme de conocimientos prácticos y donde tomó contacto directo con un concepto que lo acompañaría por el resto de su carrera profesional: la seguridad vial. Desde entonces, una de sus principales tareas, casi una obsesión, es promover la investigación y el desarrollo de estrategias y buenas prácticas para reducir la cantidad de siniestros viales. Exigente como es, lamenta la imposibilidad fáctica de alcanzar su objetivo de máxima: la ausencia total de siniestros.
¿Qué recordás de los inicios de CESVI? ¿Qué se proyectaba?
Se creó a imagen y semejanza de varios centros diseminados por todo el mundo, algunos de ellos pioneros, como CESVIMAP, de España, o AZT, de Alemania, que siguen siendo los líderes. Las empresas se juntaron, miraron para afuera y consideraron que necesitaban un área de I+D. Empezamos una aventura cuatro personas y en pocos meses éramos dieciocho, que nos mantuvimos durante un par de años.
Después fuimos creciendo. El proyecto nació a partir de una necesidad de mercado. En la siniestralidad, desde el punto de vista del seguro, tenés tres componentes básicos: los daños mate[1]riales, roturas de autos; lesiones, los choques en los que se lastima o muere alguien; y el robo de vehículos. Ese gráfico era 50 por ciento daños materiales y el resto las otras dos. Fue mutando y nosotros también.
¿De qué manera lo hicieron?
Nos tuvimos que involucrar en los otros aspectos, que son los choques con mayor violencia y donde entra un análisis y reconstrucción de los siniestros graves, no solo desde una vista del seguro, sino como una fuente de información para nosotros. Cuando hay cualquier accidente grave, nos llaman y nuestros ingenieros van, relevan los vestigios del accidente. Analizando todo desde el punto de vista físico y matemático. Las huellas te dicen cómo ocurrió, de quién fue la responsabilidad y qué se podría haber hecho para prevenirlo. Esa información a nosotros nos sirve. Uno de los principios básicos de CESVI es el de propender o fomentar la baja de siniestros como un aporte a la sociedad civil, independientemente de que les sirva a las compañías de seguros. Más que nada, bajar la tasa de siniestralidad, porque los siniestros de tránsito eran y siguen siendo el principal factor de lesiones y muertes por causas no naturales, sobre todo para jóvenes y niños.
Con el tiempo, ¿sentís que la seguridad vial ganó espacio en la conciencia de la población en general?
Sí. Cuando comenzamos era un reto. Nuestras metas estaban puestas en que la gente usara el cinturón de seguridad, que los autos vinieran provistos de apoyacabezas en todas las plazas. Cuestiones más básicas que hoy se dan por sentadas. En su momento la gran lucha era la concientización de que las terminales automotrices debían traer vehículos con una seguridad mínimamente parecida a la de los países desarrollados: cinturón de seguridad, apoyacabezas, airbags frontales, ABS, todo ese tipo de cosas que ya venían por default afuera y acá no se conocían. También había que concientizar a la población. Ahí, empezamos a tener más presencia en los medios. Ya hace unos años eso está total y absolutamente inmerso en la conciencia social.
El contenido se actualiza, pero la misión de concientizar permanece, ¿no?
Sí, ha evolucionado. Algo que siento es que todo lo relacionado a la seguridad vial es ingrato, porque por más que hagas lo que hagas, los siniestros no van a desaparecer. Yo tuve la dicha de ser Director Nacional del Observatorio Vial cuando se creó la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Ahí me di cuenta de la importancia que tiene el trabajo de organizaciones como CESVI. Nosotros no solo tenemos una cuestión de comunicación de determinados conceptos, sino que somos generadores del contenido para eso. Toda la capacitación que damos está a cargo de capacitadores que antes relevaron numerosos siniestros de tránsito, que entienden y conocen todo un proceso y no están simplemente replicando un video que se les mostró. Hemos puesto un granito de arena como para que hoy en día sean algo de uso común los cinturones y los sistemas de retención infantil, que implican la silla y la forma en que está anclada a la carrocería del auto. Todo ese tipo de cosas eran impensadas hace treinta años. Desde ese punto de vista, es una satisfacción, aunque nunca vas a poder decir “Listo, ya está, pasemos a otro tema”. Sobre todo, porque muchas veces, en nuestro país, hay determinadas condiciones exógenas que no ayudan a que baje más de lo que tendría que bajar la siniestralidad. Por ejemplo, la infraestructura vial: no todas las rutas están en condiciones.
El apoyo a agencias como la que mencionaste y las obras en las rutas se encuentran en un momento de cierta incertidumbre, ¿cómo lo evaluarías?
Guardo un respeto y un recuerdo muy profundo de la Agencia de Seguridad Vial. Ahí tuve la oportunidad de estar del otro lado del escritorio, porque desde lo privado siempre todo te parece fácil. Ahí te das cuenta de que no todo es tan sencillo. Más allá de eso, para mí lo más importante, se cierre o no se cierre, es que se conserven las funciones. Si el proyecto continúa, si las funciones se llevan a cabo, da igual si ocurre dentro de la agencia, dentro de vialidad, dentro de una nueva secretaría o en el área que fuera. Se han logrado un montón de cosas, como poner en agenda la seguridad vial, y es importante seguir con esa tarea. Por otro lado, creo que el Estado, las automotrices y demás tienen mucha responsabilidad, pero nosotros como ciudadanos también, estoy convencido. Porque en todos los ámbitos vinculados a la seguridad vial, somos los que tenemos que priorizar, a la hora de comprar un vehículo, si tiene airbags, ABS, los sistemas ADA de asistencia a la conducción, frenado de emergencia, control de cuando te salís del carril, visión 360. Todo eso tiene que ser mucho más importante que si cuenta con el equipo de sonido tal o con la llanta de aleación. Es clave que la infraestructura esté en condiciones, pero si vos ves una ruta en mal estado y circulás a velocidad alta por ahí, es muy posible tengas algún siniestro, aunque sea menor. Ahí entra la responsabilidad de la persona.
Además de la tarea interna que hacen y de las capacitaciones a personal de distintas compañías, ¿brindan talleres para la comunidad en general?
Sí. Generalmente, alguna empresa nos pide que demos una charla en distintos puntos del país a la comunidad. Lo más usual es que nos dirijamos a alumnos, ya sea de niveles superiores, quinto año o sexto año, que son los que están próximos a sacar el registro, o a chicos más chicos. Tenemos un programa que se llama Creciendo Seguros que sigue a los chicos durante toda su educación formal, desde el nivel inicial hasta que terminan la secundaria. Cada año con material distinto y de acuerdo con su nivel madurativo y la modalidad de aprendizaje de cada etapa. Eso lo hacemos generalmente en colegios.
¿Cuál es la importancia de dar esta capacitación desde edades tempranas?
Los chicos son como esponjas, cualquier cosa que quieras transformar o comunicar, la ab[1]sorben. Son los que te ponen los puntos. Creciendo Seguros tiene 12 módulos y son los mismos chicos que todos los años reciben la capacitación, como para que cuando vayan a sacar el registro tengan mayor concientización y mayor información. Es un proyecto largo y necesariamente tiene que estar acompañado de una formalización y una sustentabilidad.
También tenemos otros proyectos que ayudan a la comunidad. Por ejemplo, en Concepción del Uruguay trabajamos junto a la municipalidad hace más de quince años. El hospital nos provee información de lesionados y fallecidos por siniestros de tránsito, lo que nos ayuda a moldear las charlas y la capacitación para el año siguiente: si vemos que hay muchos siniestros de motos sin casco, apuntamos ahí. Este proyecto interdisciplinario incluye a la Policía, al hospital zonal, a la intendencia y a Río Uru[1]guay Seguros. Hemos trabajado mucho en la colaboración para la infraestructura, cambiar sentidos de calles, dónde poner semáforos y rotondas. Elaboramos un plan de saneamiento vial, un plan integral.
¿Cuánta gente trabaja hoy en CESVI?
Hoy somos alrededor de 115 personas, pero en este momento estamos tomando gente como parte de una revisión por la diversificación. Vamos a tomar perfiles que no son los habituales, como analistas de datos. Nosotros proveemos mucha información, no solo de esta parte de siniestralidad vial, sino también del robo de vehículos, trabajamos con todos los gobiernos, con todos los ministerios de seguridad, porque manejamos todo el mercado asegurador. Ahí hay información muy rica que puede ser utilizada para prevención.










