Xinca: zapatillas con talle sustentable

Xinca es un emprendimiento que fabrica calzado reciclando residuos y apostando a la inclusión social. Alejandro Malgor, uno de los tres socios, cuenta cómo lo hacen.

En paralelo a su trabajo, Alejandro Malgor ayudaba en la medida de lo posible en organizaciones sociales o ambientales. Lo mismo hacían sus dos amigos Nazareno El Hom y Ezequiel Gatti, a quienes conoció como rivales jugando al rugby en Mendoza, la ciudad natal de los tres. Por encima de la competencia deportiva, coincidían en que estaban en la búsqueda de un plan. No sabían exactamente qué querían hacer, aunque sí tenían claras algunas pautas. “Queríamos un lugar donde pudiéramos trabajar, desarrollar lo que habíamos aprendido en la universidad, ganar plata y, a la vez, satisfacer la necesidad que sentimos de cuidar el planeta y darles oportunidad de trabajo a personas que no las tenían”, cuenta Malgor, de 34 años, licenciado en Imagen Empresaria en la Universidad de Palermo.

Así podría sintetizarse el origen de Xinca, unos de los emprendimientos argentinos más destacados en los últimos años, que consiste en producir calzado con neumáticos reciclados y, a la vez, con una fuerte apuesta social: los productos son elaborados en el penal San Felipe de Mendoza, donde trabajan 32 presos de entre 25 a 50 años, los cuales recibieron capacitación sobre fabricación de calzados e incorporaron conceptos como la importancia del trabajo y la oportunidad de seguir haciéndolo una vez finalizada su condena.

¿Cómo se les ocurrió utilizar residuos de neumáticos?

Estudiando problemáticas ambientales conocimos el caso de los residuos de neumáticos, que en la Argentina representa una gran amenaza en términos de contaminación. Lo que se suele hacer es enterrarlos o quemarlos, lo que genera un gran daño ambiental y, también, a la salud. Nos pusimos a pensar cómo desarrollar algún producto que ayude en cierta forma a resolver el problema. Tenía que ser algo que use la mayor cantidad de gente posible para poder reciclar más. Así se nos ocurrió hacer zapatillas, que todo el mundo las usa y, además, representan un montón de cosas. Además, tenemos un mentor en esto, que es Emiliano Fazio, de Njambre, una de las aceleradoras de empresas sociales más importantes.

Utilizar como materia prima desechos reciclados es un valor agregado a los productos, ¿no?

Claro. Este desarrollo está ligado al ahorro de recursos. El objetivo es incorporar la mayor cantidad posible de residuos. Así, por cada par de zapatos que se produce, se demanda menor cantidad de materia prima a la naturaleza. La base del calzado está hecha con neumáticos reciclados, a lo que le sumamos los sobrantes de tela que hay en la industria de la moda. Muchas marcas desechaban un montón de retazos con los que no sabían qué hacer y a nosotros nos servían para la parte de arriba de la zapatilla. Como a los dos meses de haber hecho las primeras zapatillas, a fines de 2013, nos contactaron del programa de televisión El emprendedor del millón, que salió en Telefé. Se juntaron doce casos de emprendedores de la Argentina y fue una buena forma de mostrar lo que hacíamos. Éramos el único proyecto socioambiental y finalmente ganamos. El dinero del premio y la repercusión nos dieron el empuje para lanzar Xinca.

¿Por qué la empresa se llama Xinca?

A la hora de buscar un nombre queríamos también encontrar uno que contara todo lo que queremos hacer nosotros, en el sentido de revalorizar un montón de cosas que se están perdiendo. Bueno, xinca es una etnia de Guatemala y es la única que no pertenece a la cultura maya. Es una etnia como abandonada, con un idioma que cada vez hablan menos personas. Nos encantó la idea de que cada vez más gente hable el idioma del reciclaje, el comercio justo, el consumo responsable, la construcción sostenible, que son cuestiones que estamos intentando revalorizar.

¿Alguno de los tres socios tenía ya algún vínculo con el mundo de la moda?

No, ninguno. No sabíamos nada de calzado, menos de moda. De hecho, somos medio antimoda en el sentido de esa idea que sostiene que la ropa que tenés a los tres meses es vieja. Nosotros intentamos hacer que las zapatillas sean lo más duraderas posible y no como se construye ahora, que se llama “la obsolescencia programada”, donde se proyecta el fin de la vida útil de un producto, que al poco tiempo se empieza a romper o se desgasta. Lo que hacemos es el mejor producto posible a partir de residuos. Las suelas duran un montón, las cosemos para que no se despeguen. Consideramos que es muy importante la calidad, demostrar que con la basura se pueden hacer productos buenos.

Alguno podría pensar que esta forma de encarar el emprendimiento va en contra del propio negocio, ¿no?

Sí, pero contra los negocios tradicionales. Patagonia es una marca que es referente en esta idea de la que hablamos, ya hace más de 30 años que viene trabajando así. Yvon Chouinard, el fundador, dice que la gente pobre no puede darse el lujo de comprar cosas baratas. Es preferible comprar cosas de calidad, que te duren mucho, en lugar de productos baratos, que incluso es probable que se hayan hecho con trabajo esclavo. A su vez, nuestro desafío es que si nadie te dice que los calzados fueron hechos con materiales reciclados no te des cuenta. Cambiar la percepción que se tiene de la basura, encontrarle su belleza, su utilidad.

Hablando de mano de obra, Xinca emplea presos, ¿no?

Sí, queríamos generar oportunidades de trabajo para personas excluidas del sistema laboral o que les cuesta conseguir un trabajo formal, tal vez porque tienen alguna discapacidad física. Por eso trabajamos con organizaciones sociales, que hacen una parte del proceso de las zapatillas. Y ahora estamos con un proyecto muy ambicioso en el penal San Felipe, donde se ha montado un taller en el que trabajan 32 internos. Lo que buscamos es demostrar que se puede hacer un calzado de calidad de esta manera. El objetivo es que los internos aprendan la importancia del trabajo y ayudar a bajar los índices de reincidencia por delito, que consideramos que es un problema de toda la sociedad; si una persona sale de la cárcel y no consigue trabajo, a veces no le queda otra que seguir delinquiendo. Por eso estamos trabajando para que a futuro, cuando salgan de la cárcel, sigan trabajando con nosotros.

¿Qué parte de la producción se lleva a cabo en la cárcel?

El ensamble. Nosotros llevamos la base y las telas, y ahí hacen el armado de las zapatillas. También realizamos zapatos de trabajo. Es gente a la que se viene capacitando. Lo que hemos notado es que cuando estas personas tienen trabajo logran otro pasar en la cárcel, tienen la mente ocupada. Cumplen ocho horas de trabajo y se les paga por eso. Tratamos de mejorar todo lo que podemos, desde el lugar de trabajo hasta la posibilidad de expansión. Ahora estamos negociando con una marca líder de neumáticos para hacer un co-branding para trabajar con sus residuos y construir calzados. De este modo los ayudaríamos a disminuir la cantidad de basura que ellos generan diariamente.

¿Xinca también puede ser una opción para empresas que quieran ser más responsables?

Sí. Hay un nicho muy bueno con los zapatos de trabajo. La mayoría de las empresas, por ley, cada seis meses tienen que cambiar los zapatos de trabajo, además de la indumentaria. Entonces, creamos una muy buena posibilidad para muchas compañías de incorporar un proveedor verde o de hacer compras inclusivas a través de nosotros. El zapato de seguridad de trabajo lo tiene que comprar igual, lo único que cambia ahora es el proveedor. Estamos buscando cumplir con todos los requisitos técnicos y, en este sentido, estamos terminando de hacer el proceso de certificación en el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial). En paralelo a lo filosófico de nuestro emprendimiento, respecto de lo social y ambiental, nunca tenemos que dejar de lado la usabilidad y las reglas que tienen las empresas.

¿Es más difícil utilizar residuos para fabricar calzados?

Sí, es mucho más difícil. No es como una zapatilla normal, para la que vas a comprar la materia prima. Acá hay que recolectar los residuos, encontrar una organización social que esté organizada, capacitar gente con el riesgo de que en el camino se vaya. Hay otra complejidad, pero es lo que nosotros queremos cambiar, ¿no? Somos una empresa que trabaja con estándares de calidad y debemos cumplir con un montón de cosas.

¿Es menos redituable producir de este modo?

A lo mejor es menos redituable en lo económico, pero nosotros somos una empresa de triple impacto. Buscamos no solo el impacto económico, sino también el social y el ambiental. Hasta hoy ya hemos reciclado trece toneladas de neumáticos, que es muy importante. Estamos trabajando con varias organizaciones sociales, con el penal… Ese impacto también lo medimos.

¿Cómo es la comercialización de los productos de Xinca?

Vendemos mucho a través de Internet, donde tenemos nuestra plataforma on-line, y también a través de MercadoLibre y Netshoes, que son dos de las plataformas on-line más importantes del país. También vendemos en tiendas multimarcas, en el local que Patagonia tiene en Buenos Aires… Hay grandes empresas que se han interesado y que se están inclinando a este tipo de productos para hacer acciones de responsabilidad social empresaria. Recientemente el municipio de Quilmes nos compró 500 pares. Estamos por cerrar con otros municipios de Mendoza y otras provincias. Por otro lado, tenemos un canal de venta directa a través de combis Volkswagen. Agarramos unas antiguas, que estaban tiradas en un basural, y las restauramos. Son un punto de venta itinerante que utilizamos para ir a eventos.

¿Creés que el consumidor presta atención a cuestiones de RSE a la hora comprar un producto?

Mirá, el mercado de los productos sustentables es uno de los de mayor crecimiento en los últimos años, y las expectativas son muy buenas. Cada vez son más los consumidores que están buscando este tipo de productos, es gente que estudia más las marcas a la hora de consumirlas: se interesan en qué origen tiene el producto, si al hacerlo se dañó el medio ambiente, en qué condiciones trabajaron sus empleados para fabricarlo. Es algo que está pasando en muchos lugares, por eso también apuntamos a expandirnos en el exterior, donde tenemos avances concretos en Chile, Australia y España, países en los que hay una demanda en este sentido.

¿Cómo hace Xinca para definir el precio de sus calzados?

Fue un tema. Al ser más difícil la construcción por la recolección, el reciclaje, la búsqueda de mejores condiciones de trabajo y demás, eso podía llevar a que el producto fuera muy caro. Entonces la sustentabilidad sería para pocos, para los que tienen plata. No queríamos eso. El plan era hacer muchas zapatillas y reciclar aún más, por eso estamos en un rango medio de precios. Las zapatillas son accesibles, cuestan entre 650 y 890 pesos, que es bastante menos que los 1200 pesos que, en general, se pagan por otras marcas en los centros comerciales. Las alpargatas cuestan 330 pesos.

En representación de Xinca, en agosto pasado, participaste en la tercera edición de los Premios Latinoamérica Verde en Ecuador, ¿cómo fue esa experiencia?

Buenísima. Eran los 500 mejores casos socioambientales de la región. Participaron 25 países y se habían postulado más de 1400 proyectos. De las diez categorías, Xinca participó en “Manejo de residuos sólidos” y fue finalista. En el ranking general quedamos cuartos, fuimos los mejor ubicados de la Argentina. Haber participado nos dio la posibilidad de contactarnos con aceleradoras de empresas sociales y con inversores, que es lo que necesitamos para pegar el gran salto.

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