Alfredo Coto es el Presidente de COTO CICSA, la principal cadena de supermercados de capital argentino. Hoy su empresa se expande hacia nuevos mercados y afianza su crecimiento en e-commerce.
¿Cuáles son los nuevos desafíos que enfrenta la compañía?
Nuestro primer desafío es venderle al mundo. Lo veníamos realizando, pero ahora lo estamos haciendo muy fuerte a través de la producción. El gran desafío es darles valor agregado a los productos y exportar. El pollo es un ejemplo. Existe toda una transformación a través de cómo se lo alimenta con el trigo, el maíz, entonces esa carne blanca cuenta con un nuevo valor agregado. Lo mismo pasa con la hacienda, los cerdos y demás. En el caso de los vacunos y porcinos, también estamos exportando con mucha fuerza. Nos propusimos crecer en los productos que exportamos y por eso compramos un frigorífico de exportación, la única planta habilitada en la ciudad de Rosario. El objetivo es faenar más de 20 mil cabezas al mes. Es una planta habilitada por organismos sanitarios para exportar a China. Por otro lado, todo se está tecnificando, y tomamos muchísima fuerza en exportación de carne, pero también de cueros y productos de nuestra marca de todo tipo. Productores que siempre han trabajado con nosotros ahora pueden exportar a través nuestro, porque somos una compañía argentina pero multinacional. Nos encontramos en Chile, en Coto Shanghái, en Dubái y estamos abriendo nuestras oficinas en Alemania. Todo eso para estar representados con nuestros productos líderes y sin intermediarios.
¿La competencia es un desafío o una oportunidad?
Lo bueno es que haya empresas argentinas e internacionales que vengan a invertir a nuestro país. A mí no me importa la competencia. Tengo que tecnificarme, ver cómo evoluciona el mundo y ponerme a la altura de las circunstancias. Eso es lo que siempre digo que debemos hacer los empresarios por nosotros, pero no nos olvidemos también la importancia de la administración del Estado, loss créditos que dan en otros países. No podemos compararnos con Brasil ni con Chile. Estamos en un momento bastante difícil para la Argentina, sin embargo, creo que la política, que el arte de lo posible, está empezando a ver que debe para dar en el clavo en la proyección de un masterplan que dure 20 años. China tardó 30 años en ser la número uno de exportación. En cambio, en la Argentina, me dejan, no me dejan, me ponen trabas, se levanta el costo argentino. Por eso es preciso hacer un masterplan. Es el Estado el que tiene mucho para hacer acá, los gobiernos que vienen. Tendrán que ponerse de acuerdo para decidir un modelo agroindustrial con todo lo que podemos ayudar para darle valor agregado a la exportación.
¿Sos optimista con el futuro?
Hay mucho para hacer. Yo soy un hombre grande, he pasado todo y he aprendido mucho. Mi generación fracasó. A mí en la empresa me fue bien. Me moví en las normas que había y vi muchas ideas de colegas que quiero mucho que quedaron en el camino, y eso que trabajaron con toda la fuerza y toda la energía que le pongo yo. Los empresarios por supuesto que nos queremos quedar con la ganancia, pero más allá de la ganancia, lo que queremos poner es la pasión que tenemos por hacer. Acá no se trata de pelearse, sino de invertir en la Argentina. Si viene a invertir, compitamos los que estamos acá; y los buenos van a ganar la pelea. El punto clave es qué podemos hacer a nivel internacional. Si no producimos, si no exportamos, si no les damos valor agregado a nuestros productos, los dólares no van a entrar. Nos va a costar mucho hacer un teléfono, lo vamos a tener que comprar. Creo que la pelea de la industrialización ya la perdimos en una parte, y en la de tecnología estamos muy lejos. Pero tenemos un país con millones de hectáreas sin explotar, con uno de los ríos de agua dulce más grandes del mundo, con una enorme capacidad de producir alimentos y no lo sabemos explotar. Debemos sembrar, tecnificarnos en esa área, exportar, exportar, exportar, y de ahí vendrán los dólares. Hay que tener la balanza de pagos a favor y todos vamos a vivir muy bien. Los que no hacemos política y hemos transitado una vida movida sabemos esto. No somos escuchados, entonces trabajamos en el día a día. ¿Y por qué no escuchan? Porque están en una carrera política a ver quién ganó, si la derecha, la izquierda… Esta es la opinión de un empresario argentino hijo de gallegos que tiene ahora una familia con todas las acciones. Y cuando les dije “Hijos míos, todo esto algún día será de ustedes”, ellos me miraron con cara de espanto y respondieron “Pero con los líos que hay acá”. Igual no se quieren ir, porque salieron a la madre y un poquito a mí.
Con tu capacidad creativa, ¿hay alguna iniciativa o idea que no pudiste llevar a cabo?
Empresarialmente no. Pero a nivel de un hombre grande siento la frustración de ver que mi generación fracasó. Tenemos que juntarnos y decir que hemos fracasado. Sin olvidar que en el medio está la política, y la política es el arte de lo posible. Y miramos de afuera como ese tango que miraba con la ñata contra el vidrio.
Gloria te acompañó toda la vida. ¿Cómo vivís esta época de empoderamiento femenino en la parte empresarial?
Siempre lo vi muy bien. Gloria maneja una parte importante de la compañía, contable y de RR.HH., y también su hija colabora con las nuevas tecnologías. El rol de la mujer es importantísimo. En esta empresa, las cuatro personas más fuertes en contabilidad son mujeres que hace 20 años trabajan acá. Y tuvieron chicos y están porque les gusta. El rol de la mujer es muy importante, ya no es algo marginal como años atrás.
¿Cómo te imaginás a COTO dentro de unas décadas?
Como debe ser una empresa argentina multinacional que va a seguir en el tiempo. Quizás en nuestro país no siga, vaya a saber lo que puede pasar dentro de 20 o 30 años. Pero yo creo que si un Walmart sobrevivió tanto tiempo en los Estados Unidos… Yo admiro a esa persona que, de la nada, fue haciendo afuera grandes emprendimientos. A Walmart las cosas no le van tan bien, pero bueno, tiene que lidiar con un montón de variables.