Robótica responsable

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Wenceslao Villamil es Jefe del área de Cirugía Robótica de Urología del Hospital Italiano. Desde 2008 lleva adelante cirugías con máquinas, obteniendo resultados ventajosos. Los avances en la curación del cáncer de próstata.

Wenceslao Villamil no duda ni un segundo cuando alguien le menciona la palabra “robot”. El médico de planta del Servicio de Urología del Hospital Italiano de Buenos Aires le quita peso al término con el que convive a diario. Junto a Pablo Martínez, médico de planta del mismo servicio, y con Agustín Romeo, de Oncología Prostática, Villamil es el Jefe del área de Cirugía Robótica de Urología de este hospital fundado en 1853 por la Sociedad Italiana de Beneficencia en Buenos Aires. El Hospital Italiano de Buenos Aires es una asociación civil sin fines de lucro dedicada a la medicina general y de alta complejidad. La asistencia, la docencia y la investigación son los pilares institucionales que, con una gran visión de futuro, establecieron sus fundadores y que hoy, a más de un siglo y medio de su creación, el hospital mantiene vigentes con la misma pasión.

Algo de este espíritu está presente en la cirugía robótica que lleva adelante Villamil y que llegó al Hospital Italiano en el 2008. Desde ese entonces, ha representado un gran avance en el área. “Somos pioneros de esta tecnología desde sus inicios casi a nivel mundial”, comienza diciendo orgulloso el urólogo.

Son muchas las ventajas que surgen a partir de este tipo de cirugía robótica, por cierto usada cada vez más en todo el mundo. “Se pueden hacer cirugías grandes y complejas, para las cuales antes era necesario realizar grandes incisiones. Ahora las incisiones son más pequeñas, lo que lleva a una rehabilitación del paciente más breve, con menos dolor y sangrado, y también nos permite a nosotros ver en forma correcta y con alta definición con instrumentos flexibles y que imitan los movimientos de la mano humana en escala”, explica Villamil, uno de los 3400 médicos que hay en esta institución donde se atienden 2.800.000 personas por año.

La tecnología robótica mencionada por Villamil es a su vez menos invasiva, justamente, porque los tajos que se hacen son más pequeños. “Si hay menos dolor en el postoperatorio, el paciente se recupera más rápido. Vuelve antes a sus actividades diarias. Menos dolor, por ende menos analgésicos. Y menos sangrado lleva a pocas transfusiones de sangre”, agrega el urólogo. 

¿Qué cambios trascendentales fue viendo con el correr de los años en esta tecnología?

En 2014 incorporamos un nuevo robot que es de la misma empresa y marca. Es el único que está aprobado por la FDA para utilizarse en humanos y tiene algunas ventajas en cuanto a la visualización del campo operatorio. Las cámaras y las endocámaras han ido avanzando en su tecnología, son más rápidas, tienen acceso a lugares a los que antes era más difícil llegar. 

¿En qué tipo de operaciones se usa toda esta tecnología?

El servicio que más la usa es Urología. Se utiliza principalmente para pacientes que tengan cáncer en distintos órganos, el principal es el cáncer de próstata, ya que cuando sacamos la próstata existen dos inconvenientes importantes después de esta cirugía: la disfunción eréctil y la incontinencia de orina. Con esta tecnología podemos ir viendo mejor y maniobrando de forma más efectiva los tejidos. Así logramos mejores resultados. 

¿Cuáles son esos resultados?

Al ver con mayor aumento, en tres dimensiones y con instrumentos articulados que imitan los movimientos de la muñeca del cirujano, tenemos mejores posibilidades de reaccionar menos de los tejidos. Y eso se debiera traducir en menor riesgo de dañarlos.

¿Se puede disminuir por completo la disfunción eréctil?

Va a depender de múltiples factores. Entre ellos, el más importante es la edad del paciente. Los más jóvenes son los que mejor recuperación tienen. Es muy importante la calidad de erección que el paciente presente antes de la cirugía, ya que la calidad de la erección por lo general va a ser inferior a la que el paciente presentaba antes de la cirugía. Y va a depender también mucho de las características del tumor. No todos presentan la misma agresividad ni el mismo estado de avance local al momento del diagnóstico. A aquellos pacientes con tumores agresivos o avanzados hay que hacerles una resección amplia para garantizar su curación. Estos últimos casos tienen altas posibilidades de disfunción eréctil en el postoperatorio.

¿Qué sucede con la incontinencia urinaria?

Lo que observamos en el hospital es que los pacientes que se operan con esta tecnología por lo general están menos tiempo con pérdidas.

Hoy ¿qué posibilidades tiene de curarse el cáncer de próstata?

Actualmente los cánceres localizados en la glándula prostática sin metástasis se curan en una proporción muy grande. El tema es que algunos pacientes pueden presentar micrometástasis a distancia al momento de la cirugía, y los estudios actuales no llegan a tener la sensibilidad adecuada para su diagnóstico. Y años después podrían presentar alguna recaída.

¿Cuáles son las recomendaciones que hacés para prevenir?

La mejor manera de prevenirlo es asistiendo a un especialista en urología que siga las recomendaciones de la Sociedad Argentina de Urología. De esta forma se puede hacer un diagnóstico temprano de la enfermedad. 

¿Cómo funciona en el quirófano la tecnología robótica que utilizan?

Se trata de una cirugía laparoscópica. Necesitamos, en una primera etapa, conectar el robot con el paciente antes de empezar la operación. Tal como se opera una vesícula, por ejemplo, nosotros necesitamos hacer un abordaje muy similar a través de instrumentos que se llaman trócares, que son introductores que atraviesan la piel y los músculos del paciente hasta llegar a la cavidad abdominal. Así ingresan instrumentos y distintas ópticas para observar el campo operatorio. Eso es posible ya que inflamos el campo operatorio con dióxido de carbono, lo que nos permite mirar entre los distintos órganos; cuando el paciente no está insuflado, en cambio, no hay espacio a través del cual visualizar y moverse. 

¿Y qué sucede después?

Una vez que los instrumentos y las cámaras están conectados, el cirujano se descambia, se quita los guantes estériles y se va a sentar en una consola de mando, afuera, sobre un escritorio con un binocular. A través de ese binocular va a observar el interior del paciente. Se colocará en sus índices y pulgares dos anillas que, cuando las mueva en el espacio, moverán los instrumentos dentro del paciente.

¿Se hace todo solo con el robot?

No, siempre vamos a necesitar un ayudante que esté al lado del paciente, que va a ser la persona que nos cambiará los distintos instrumentos para que el cirujano pueda terminar el trabajo. Normalmente operamos pacientes que tengan tumores; una vez terminada la cirugía, ya quitado el tumor, se lo coloca dentro de una bolsa estéril. El cirujano se vuelve a cambiar, se desconecta el robot y se manda a analizar el tumor.

¿De qué forma piensa que el Hospital Italiano se desempeña en materia de innovación con este tipo de operaciones?

Este es un hospital que se caracteriza por contar con alta tecnología en Buenos Aires. Tenemos por suerte un robot de última generación, pero sabemos que van a venir nuevos robots. La industria está desarrollando un montón de estos equipos, hay por suerte distintas marcas que están creando varias máquinas para aplicar en cirugía. Creo que esto va a ser bueno, porque es probable que se abaraten los costos al haber competencia de varias marcas.

¿Cuáles cree que son las innovaciones que se vienen en urología y en la medicina en general?

Los nuevos equipos o los prototipos comienzan a estar dotados de cierto grado de inteligencia artificial. A estos equipos nuevos se los está entrenando, se les muestran filmaciones de películas para enseñarles a reconocer distintas estructuras anatómicas. Es impresionante, se les muestran millones de filmaciones y los robots empiezan a reconocer no solo esas estructuras, sino también distintos tipos de enfermedades. 

Eso será un gran avance.

Sí. Es decir, con solo mirar la estructura se podría hacer determinado estudio anatomopatológico.

¿Cuánto tiempo piensa que hace falta para que se pongan en marcha estos equipos?

Es muy complejo de calcular todo lo que se viene en materia de inteligencia artificial. Tal vez varios años. Pero lo que sí es seguro es que en los próximos dos o tres años, vamos a tener alguna otra marca que entre en competencia con las máquinas actuales.

¿Hace cuánto tiempo que se dedica a la urología?

Empecé mi residencia en 1997 y terminé la especialización en el 2001. Desde ese entonces me desempeño como urólogo.

Con 20 años trabajando en esta rama de la medicina, el escenario de cuando estudiaba es sin dudas totalmente distinto al del presente. En relación con esto y sobre todo teniendo en cuenta que pareciera que la inteligencia artificial está cada vez más cerca, ¿qué opina de esta convivencia que hay entre los robots y el hombre?

Siempre existe el temor de que las máquinas nos van a quitar el trabajo. Yo creo que lo que tenemos que hacer es amigarnos con ellas, porque van a ayudarnos a mejorar el trabajo, a ver mejor y a diagnosticar mejor, a que tengamos mayor destreza para llegar a lugares de difícil acceso. Eso es lo que ha ido ocurriendo y lo que seguramente va a seguir pasando.

¿El paciente sabe de estas tecnologías o se entera cuando va a hacer la consulta?

El paciente viene al hospital a buscar esta cirugía. Ahora, hay que advertirle algo: la palabra “robot” genera una fantasía en su universo. El paciente piensa que porque lo va a operar el robot las cosas van a salir ciento por ciento perfectas. Esto es medicina, a veces los tumores están más avanzados de lo que a nosotros nos gustaría. Si bien se cura mucha gente que operamos, hay pacientes que pueden tener recaídas o necesitar tratamientos complementarios. Muchas veces el paciente piensa que la del robot es una cirugía infalible, y no es así. Nosotros ponemos el mayor empeño para ganarle a la enfermedad y generar el menor daño posible en el intento de curación. 

¿Cuál es su mayor objetivo o deseo en relación con esta interacción con la robótica y el futuro de la medicina?

Mi mayor énfasis es que haya más robots en todos lados, que la gente esté más capacitada para hacerlo en forma correcta. Esta conjunción será sin lugar a dudas en beneficio de nuestros pacientes.

En el marco de la pandemia por COVID-19, ¿cómo se vio afectada tu actividad en el Servicio de Urología del Hospital Italiano?

La actividad cambió enormemente. Se suspendieron todos los estudios desde el 1 de abril del 2020 y las consultas médicas pasaron a ser por telemedicina, sin necesidad de que los pacientes lleguen al hospital, pero se continuó con la atención de pacientes. Las recetas se envían por medios electrónicos y las farmacias aceptan estos métodos.

También se modificó el cronograma de cirugías: solo se llevan a cabo cirugías de urgencia u oncológicas, y se testea a todos los pacientes que se vayan a operar con hisopados de PCR buscando ARN viral.

¿Qué acciones de control comenzaron a desarrollar en el Hospital Italiano?

Se profundizó la telemedicina. Se realizaron equipos de trabajo a semanas alternas: si algún médico se contagia, no es necesario aislar a todos los médicos del Servicio de Urología en este caso, sino solo a los de ese equipo urológico. Se destinaron habitaciones específicas para pacientes COVID positivo y otras para COVID negativo. De igual modo, se asignaron quirófanos, pasillos y equipos para estudios de pacientes COVID positivos y negativos. Se dividieron todas las áreas del hospital para prevenir contagios.

Contamos además con todos los equipos de protección personal para cuidar adecuadamente al personal de salud del hospital, evitando al máximo su contagio.