Sistema B continúa impulsando la economía de triple impacto

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Francisco Murray es el Director Ejecutivo de Sistema B Argentina, un movimiento a nivel mundial que tiene como filosofía propiciar una economía que pueda crear valor integral para el mundo y la tierra, promoviendo formas de organización económica que puedan ser medidas desde el bienestar de las personas, las sociedades y la tierra, de forma simultánea y con consideraciones de corto y largo plazo. Lo que se conoce como empresas de triple impacto. Consideran que el sistema económico actual ha caducado y es obsoleto. Por eso es que impulsan proyectos legislativos para crear una nueva opción societaria comercial, introducen estas nuevas opciones empresarias en la educación universitaria, y llevan esta misma conversación a parques públicos y festivales musicales, para que sea tema de cientos de miles de personas.

En el marco del COVID, Sistema B se unió con Mercado Pago y otras grandes empresas para gestionar la plataforma ArgentinaEnAccion.org, a través de las cuales están recibiendo donaciones destinadas a iniciativas de apoyo y contención social de las familias más afectadas por la pandemia. A través de la plataforma cualquier persona puede donar de forma directa y segura a la organización que elija de manera simple.

PRESENTE tuvo la oportunidad de conversar con Francisco Murray sobre Sistemas B y esta nueva economía que busca integrar al valor económico, el impacto positivo social y el medioambiente.

¿Qué es Sistema B?

Es una organización global que está presente en más de 60 países que busca redefinir el sentido del éxito de la economía. Busca integrar a la generación de valor económico sin tomarla como la única variable de éxito, y sumarle el valor que se genera en las personas y en el planeta. Sistema B nació en Estados Unidos con la idea de que si cambiaba la empresa, cambiaba la economía. Cuando llegó a Latinoamérica se comprendió que con eso no alcanzaba y que era fundamental trabajar de manera sistémica, en red con todos los actores de la economía y es por eso que en Latinoamérica se llama “Sistema B”.

¿Cuáles son las características de una empresa B?

La primera es que tiene un propósito: la huella que va a dejar en la sociedad. Este concepto se suma a los otros dos: la visión (a dónde quieren ir) y la misión (que es lo que hacen para llegar allí). Estas dos últimas están identificadas con la mirada de valor para los accionistas, mientras que la huella de la sociedad amplía el espectro de llegada de la empresa y le da un alcance público. La siguiente característica es que no se queda en la declaración sino que tiene un carácter de responsabilidad, ya que ese propósito lo hace parte del objeto social de la compañía, la empresa B modifica sus estatutos, comprometiendo fiduciariamente a los accionistas. Así, toda la empresa se responsabiliza con generar un impacto social y ambiental. La tercera característica es que se comprometen con un proceso de mejora continua, midiendo su propósito a través de una evaluación de impacto B que permite ver de manera integral a la organización tomando en cuenta las cinco órbitas fundamentales: las políticas de gobernanza, con los trabajadores, con la comunidad, con la cadena de valor, con el medioambiente y el impacto con los clientes.

¿Cómo piensa una empresa B?

La empresa B deja de mirar el impacto como un altruismo y piensa como una innovación, y el impacto pasa a ser parte del negocio, del día a día, por ende, de mi propuesta de valor. Tiende a ser cada vez mejor en mundo y para el mundo.

¿Cuál es su mirada sobre el sistema económico actual?

Sistema B cree que el sistema económico actual que rige en el mundo falló, aunque muchas empresas y personas prosperaron, tenemos unos niveles de inequidad altísimos; las estadísticas marcan que cerca del 0.5% de la población tienen el 50% de los recursos económicos. Tampoco creemos que esto implica capitalismo versus comunismo, esa es la lógica tradicional de la escasez en la que tenemos que elegir entre uno y otro. Creemos en la abundancia, en un concepto evolutivo. Tenemos que agregarle a la mirada económica otra mirada hacia la sociedad y el planeta.

¿Cómo será el nuevo sistema y el rol de la empresa?

Puntualmente, tenemos que evolucionar porque el sistema actual es disociado: por un lado está la empresa generando valor económico, al estado bienestar a escala social y ambiental, y a las ONG generando bienestar específico. Al actuar de manera disociada es ineficiente. Creemos que la empresa tiene que ser actor de solución de esos problemas, por eso la importancia de definir un propósito y trabajar juntos en solucionar esos problemas. Esa es la clave. La empresa tiene dinámicas y metodologías que no existen en los otros actores. Tiene eficiencia, rapidez e innovación. La conversación es distinta. Es “¿Para qué nace una empresa?”, entonces ya no nace para una visión y una misión, sino que tiene que definir un propósito. Se terminó la lógica de que sólo creo valor para mí mismo. La empresa del futuro es la que está integrada a la sociedad y la genera al mismo tiempo valor individual y valor para el sector público.

¿Cómo se vinculan con los ODS?

Necesitamos acompañarlos de gestión. Para esto hubo un lanzamiento importante a fin del año pasado, donde hubo una alianza entre el sistema BLab y la ONU, donde se desarrolló una evaluación de gestión de alineamiento a los ODS. Entonces, cualquier organización que quiera alinearse a los ODS puede a través de esta evaluación gestionarlos. Es fundamental porque es este mapa, ya sabemos a dónde queremos ir. Es tiempo del hacer.

¿Existe un cambio cultural profundo?

El cambio es inevitable y no deja de ser el triple impacto un cambio cultural. Pensemos cómo gestionaban las empresas hace 70 años. No miraban al cliente. Pero en ese momento seguramente nuestros padres y abuelos tampoco lo miraban, ni en la casa, ni en la escuela ni en el trabajo. El mundo cambio, el acceso a la información transformó e hizo más horizontales los vínculos y hoy estamos transitando la era de la experiencia, donde todo es sentidos, a la era de la coherencia, donde tiene que estar alineado lo que yo digo con lo que pienso y con lo que hago.